Cogito ergo machina

La prueba de Alan Turing es una popular prueba computacional teórica, la podemos encontrar mencionada en películas de ciencia ficción, literatura computacional, escuelas de ingeniería y por su puesto en la filosofía. Esta prueba propone evaluar si una computadora es lo suficientemente inteligente que es indiscernible entre la interacción que pudiera tener con otro humano al presentar una computadora como reemplazo, o elemento a evaluar, si el evalúale no logra diferenciar si está interactuando con un ser humano o una computadora, se dice que la máquina ha pasado la prueba.

En la propuesta clásica está interacción una interfaz de comando (un chat), pero los últimos avances tecnológicos nos encontramos con sistemas que pueden entablar una conversación de voz, texto, imagen, etc. Muchas personas tratan esta propuesta de inteligencia artificial, y no es ni mas ni menos que René Descartes, en el discurso del método, propone que la principal diferencia en la inteligencia entre humano y un autómata, es la imposibilidad de responder de manera adecuada ante lo que se diga en su presencia de la misma manera que un humano podría. Por tanto, si una máquina es capaz de ser indiferenciable, es probable que Descartes tuviera un nuevo problema.

Pero esta premisa no termina ahí, me permito continuar la problemática, ya que en este supuesto llegará el momento en que posteriores interacciones dejarán de ser claras si es con un ser humano o una computadora… lo repetiré una vez más, falta poco para que a nuestra percepción los otros entes con los cuales interactuemos podrían ser humanos o una máquina, y nosotros no lo sabremos.

Pero no deseó parar ahí, por que esto también me lleva a un siguiente pensamiento, si es que las interacciones humano-máquina llegarán a ser iguales, esto quiere decir que el otro llagará a ser simplificado a una serie de algoritmos y aprendizaje artificial, es decir, no podríamos saber si cualquier otro no es simplemente un programa computacional. Y es que llevado más adelante y basado en este razonamiento, si llegáramos a poder imitar una inteligencia que imite a un ser humano esto abre otra entrada a la teoría de la simulación (más en https://es.wikipedia.org/wiki/Hip%C3%B3tesis_de_simulaci%C3%B3n)

Cuando se llegue al próximo punto en que las interacciones sean igual de reales entre un ser humano con otro o una máquina, nos encontraremos en un punto de inflexión para poder comprender nuestra propia realidad, si pensamos podrá significar que ya somos una máquina.