Moderación moderna

Alcanzar cualquier deseo es la meta del un ser humano moderno, este sin importar el estado en que se encuentre, es parte de una sociedad productiva; el individuo que aporta a la sociedad, en su economía y desarrollo es aquel que produce y consume. Su valor por tanto, se podría estimar por la cantidad de recursos que aporta y usa, no es valioso en el sistema económico que un individuo no haga consumo de lo que ofrece el ambiente productivo. Se puede ver en los diferentes medios como la TV, revistas, libros, películas y redes sociales e incluso entre las conversaciones casuales entre los individuos, que se habla desde grandes productores, empresarios, reyes hasta los pequeños contribuidores consumistas que tienen un sólo común denominado, la no limitación por su consumo. Encontramos personas que gozan de viajes de placer a lo largo del mundo, alimentándose con carne exquisita adornada con oro comestible, se adornan tantas joyas en su cuerpo como sea posible, el limitar cualquiera de estas ofertas que nos puede dar a entender que algo no anda bien, si se cuenta con la posibilidad de adquirir y consumir, ¿por qué no habría que hacerlo?. Bajo esta imagen con la que somos bombardeados comúnmente entendemos que el éxito es tomar de algo hasta que no lo deseamos más, no hasta que lo necesitemos. Las empresas promocionan sus productos para ser consumidos sin alguna moderación, si lo quieres lo puedes tener, un modelo de negocio que promociona su producto como algo que se debe experimentar una solo vez es simplemente inimaginable; los artículos de tecnología que cambian todos los años y muy poco entre sí entre cada generación no admiten que no es necesario adquirir cada uno. La comida no se presenta como un bien que debe ser gozado y moderado, si no se presenta la riqueza con la que cuentan las empresas para ofrecer tanto un consumidor desee. Vivimos con promoción de artículos y servicios ofrecidos de manera ilimitados que pueden ser gozados de la misma manera, sin alguna moderación.

Todo esto suena excelente, es el verdadero progreso, ¿por qué necesitaríamos de la moderación?, la moderación atenta contra la libertad de los individuos; ¿no es este derecho por el que murieron héroes políticos? muchas naciones realzan su compromiso con garantizar la libertad de sus ciudadanos, los EE.UU. buscan repetir al cansancio que la libertad es lo único por lo que tiene sentido pelear, la libertad a obtener cualquier cosa que desees; por lo tanto la moderación solo es un atentado a lograr uno de los derechos más importantes de los ciudadanos. La razón definitivamente está de nuestro lado en esto, ¿cómo es que hace más de 2000 años Aristóteles presenta a la moderación como una virtud que permite, según él, como el equilibrio entre el exceso y la escasez?; puede ser que la moderación es un acto de decisión, que resulta en una limitación, sí; pero una decisión al final, que nos permite elegir y basado en la ética del Nicómaco, el pleno goce de lo que tenemos disponible. No creo que sea coincidencia que muchos problemas sociales contemporáneos como lo es la adicción a redes sociales, la desinformación que estas generan, adicciones a sustancias nocivas, la insolación del individuo con respecto a su sociedad, o los desordenes alimenticios, estén estrechamente relacionados a la falta de moderación, a la moderación del consumo en estos ofrecimientos del sistema. En contraste, otras actividades asociadas con prácticas saludables y productivas como lo es el ejercicio y la socialización, pueden llevarse a un extremo y resultar en efectos contraproducentes, la moderación es el camino para encontrar el equilibrio en aquello que nos puede generar bien. Tomando la moderación hacia el espíritu y los deseos, observamos que es también necesario templar los sentimientos, aprender también a sentir; desde pequeños no se nos enseña a educar nuestro deseo, creemos que amar de manera apasionada y sin condición es la manera más pura y verdadera de amar. Pero, ¿por qué no armonizar en esto?, ¿por qué no detenerse y utilizar la razón y el espíritu y no solo el deseo? Es necesario evaluar las relaciones, identificar qué contamos con templanza para poder revaluar aquellas conexiones que nos pueden estar limitando un verdadero goce pleno de la vida.

Hemos de aceptar que la moderación no es la misma ni clara entre los individuos, por ejemplo en la moderación de consumo de azúcar no es el mismo para una persona que padece de diabetes a un niño, no a todos nos gusta un platillo de comida por igual, cuándo a una persona la moderación de socializar cae al extremo de la timidez mientras que a otro individuo está en el extremo de la imprudencia, dónde los efectos nos no serán los mismos; debemos tomar en cuenta que esta también es afectada tomando en cuenta un elemento que no depende los mismos individuos, el conocimiento disponible. La información descubierta, afecta el cómo medir o qué considerar como un acto de moderación. Antes de que se conocieran los efectos dañinos del consumo de tabaco, la gente pudo haber considerado como una actitud moderada el consumir solamente un cigarro diario, tras una serie de investigaciones y al obtener más información de este recurso, cambió la verdad en torno a lo que es moderado consumir, pudo de haber sido considerado como moderado, el consumo de un cigarro diario a cero en toda una vida. Aunque desde la época clásica la gente conocía de una necesaria moderación en la alimentación, ejercicio u otros hábitos saludables, hoy gracias a investigaciones científicas se conoce que sustancias cómo azúcar, cigarros, alcohol, ejercicio, o inclusive la interdependencia social, en diferentes medidas son dañinas para el ser humano. Ahora bien, reconociendo que la moderación de todo lo que consume y lo que puede ser el ser humano, por qué no vemos alguna reflexión constante por los individuos en torno a la templanza, o mejor aún ver una promoción entre los medios de que la moderación es una virtud que las personas sanas, informadas y con poder pueden practicar.

Platón consideraba la moderación como la armonía entre la razón, el espíritu y el deseo. Es más que templanza, es armonía. Para poder ejercer una correcta y plena moderación en nuestro goce es necesario un conocimiento de nosotros mismos, respeto a la sociedad de la que somos parte y el reflejo de la información a la que tenemos acceso. Es la verdadera libertad con la que podemos ejercer, el decidir no tomar más de lo necesario, en evaluar y disfrutar la vida misma y nuestras interacciones.